26 may 2017
Mitos a desterrar sobre hablar en público
Todos tenemos falsas creencias, más de las que nos damos cuenta. Un científico describió el fenómeno el año pasado para Fast Company como "un poderoso atajo que nuestros cerebros usan todos los días", conocido entre los investigadores como "fluidez de procesamiento". Eso significa, en síntesis, que nuestras mentes son más receptivas a la información que es más fácil de procesar.
En el terreno de la oratoria esto puede causar algún daño. Probablemente haya unos cuantos mitos y conceptos erróneos que pueden afectar la capacidad de comunicarse bien.
Éstos son cuatro de los más comunes:
MITO 1: TODO DEPENDE DE LA PERSONALIDAD
Tener una personalidad dinámica puede facilitar convertirse en un gran orador, pero el carisma por sí solo no soluciona nada. Por otro lado, ser un introvertido que habla suave o tener una personalidad apagada no lo condena a ser un orador pésimo. Sólo quiere decir que la persona tendrá que trabajar para mejorar. Hablar es una de esas capacidades a las que el talento ayuda, pero practicar ayuda aún más.
Una vez trabajé con un cliente, cuyo hijo acababa de convertirse en golfista profesional a los 24 años. Cuando le pregunté cómo lo hizo, mi cliente dijo que cuando su hijo estaba en la primaria, un entrenador vio que tenía talento y quiso trabajar con él. En la secundaria y la universidad siguió practicando. Nació con una capacidad natural, pero nunca se hubiese hecho profesional sin el trabajo duro y la guía experta. Lo mismo vale para casi cualquier capacidad especializada.
MITO NO. 2: DEBE MEMORIZAR LAS PARTES MÁS IMPORTANTES
Mucha gente piensa que si tuviera más tiempo para preparar un guión o al menos memorizar algunas frases claves sería mucho mejor orador. Falso.
A menos que sea un actor formado memorizar lo que va a decir sólo va a hacer que suene mal. En vez de ello hay que concentrarse en hablar espontáneamente, con un poco de estructura. Tener un bosquejo crudo en su cabeza de lo que se va a hablar, pero no un guión que incluya hasta la última palabra. Los mejores oradores logran hablar espontáneamente dentro de una estructura coherente que planificaron anticipadamente.
Para mejorar en ese sentido primero hay que deshacerse de la idea de que la memorización va a ser de gran ayuda.
MITO 3: LA MEJOR MANERA DE CONECTAR ES CON LA EMOCIÓN
Si bien se pueden encontrar momentos de inspiración espontáneos de vez en cuando, es imposible alimentar las presentaciones sólo de emociones. Los grandes oradores no necesitan de la inspiración para ser grandes. Son grandes porque se preparan con seriedad y son deliberados respecto de todos los aspectos de su oratoria.
Cuando era directora teatral los actores a menudo me decían en los ensayos: "No se preocupe, cuando esté delante del público me enciendo". Pero habiendo trabajado siete años con actores, ni una sola vez vi en un escenario algo que no había visto en los ensayos. Hay que practicar y ser reflexivo respecto de lo que está haciendo. La espontaneidad, la energía y la emoción son maravillosos, pero nunca deben ser una excusa para no prepararse.
MITO 4: TIENE QUE ENTENDER A SU PÚBLICO
Hace unos años trabajé con una asesora financiera que hacía la misma presentación ante un público nuevo cada semana. Pidió mi ayuda porque sus evaluaciones de esas presentaciones eran sistemáticamente terribles. Ella trataba tanto de entender las reacciones de su público y hacer todo lo que podía para seducirlo, pero nada parecía funcionar.
La ayudé a entender que en vez de concentrarse en su público, tenía que centrarse en sí misma. Necesitaba dedicar toda su energía a lo que ella hacía y no a como reaccionaba su púbico. Seis semanas más tarde me habló de nuevo: "Anett, no lo puedo creer. ¡Fueron todas 10 puntos!".
Cuando hable no se preocupe tanto por cómo reacciona su púbico. Si trata de hacer y decir lo que cree que provocará una respuesta perderá su ritmo y fracasará. Puede cambiar la presentación acorde al público, pero no debe tratar de adaptarse a cada emoción que registra entre quienes lo escuchan. En cambio, hay que concentrarse en los hábitos y conductas y el público se terminará conectando.
Estos cuatro errores son realmente comunes, y a menudo son barreras más importantes para hablar de modo efectivo que la falta de talento o preparación.
Autora: Anett Grant
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