Sartori, nacido en Florencia en 1924, combinó la docencia y la investigación con la escritura y el periodismo. Fue licenciado en ciencias sociales y profesor emérito de la Universidad de Florencia. Fundó en 1971 la Revista Italiana de Ciencia Política y fue colaborador-editorialista en el diario Corriere della Sera. También impartió clases de filosofía moderna, lógica y teoría del Estado en universidades estadunidenses, como Yale, Stanford y Harvard.
A lo largo de su trayectoria publicó libros como Ingeniería constitucional comparada, ¿Qué es la democracia? y La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros.
Sartori, hizo un análisis exhaustivo sobre la influencia de los medios de comunicación en la sociedad actual, plasmado en su libro Homo videns, donde plantea los peligros de la exposición exhaustiva a la televisión en lo que llama la generación del videoniño.
A continuación 6 planteamientos de Sartori sobre la televisión.
La televisión ha creado un ser humano que responde al video, es decir la imagen no al razonamiento.
“Podemos deducir que la televisión está produciendo una permutación, una metamorfosis, que revierte en la naturaleza misma del homo sapiens. La televisión no es sólo instrumento de comunicación; es también, a la vez, paideio”, un instrumento «antropogenético», un medium que genera un nuevo ánthropos, un nuevo tipo de ser humano”.
El niño que ve televisión antes de aprender hablar y a escribir crece con un conocimiento empobrecido.
No podría describir mejor al vídeo-niño, es decir, el niño que ha crecido ante un televisor. ¿Este niño se convierte algún día en adulto? Naturalmente que sí, a la fuerza. Pero se trata siempre de un adulto sordo de por vida a los estímulos de la lectura y del saber transmitidos por la cultura escrita. Los estímulos ante los cuales responde cuando es adulto son casi exclusivamente audiovisuales. Por tanto, el vídeo-niño no crece mucho más. A los treinta años es un adulto empobrecido, educado por el mensaje: «la cultura, qué rollazo», de Ambra Angiolini (l’enfan: prodige que animaba las vacaciones televisivas) , es, pues, un adulto marcado durante toda su vida por una atrofia cultural.
La cultura audio-visual es de la mayoría
El mensaje con el cual la nueva cultura se recomienda y se auto-elogia es que la cultura del libro es de unos pocos -es elitista-, mientras que la cultura audio-visual es de la mayoría. Pero el número de beneficiarios -sean minoría o mayoría- no altera la naturaleza ni el valor de una cultura. Y si el coste de una cultura de todos es el desclasamiento en una subcultura que es además -cualitativamente- «incultura» (ignorancia cultural), entonces la operación representa solamente una pérdida. ¿Es tal vez mejor que todos seamos incultos a que haya unos pocos cultos? ¿Queremos una cultura en la que nadie sepa nada? En definitiva, si el maestro sabe más que el alumno, tenemos que matar al maestro; y el que no razona de este modo es un elitista. Esta es la lógica de quien carece de lógica.
La televisión entretiene, informa de temas superfluos y desinforma sobre política
La televisión se caracteriza por una cosa: entretiene, relaja y divierte. Como decía anteriormente, cultiva al homo ludens; pero la televisión invade toda nuestra vida, se afirma incluso como un demiurgo. Después de haber «formado» a los niños continúa formando, o de algún modo, influenciando a los adultos por medio de la «información». En primer lugar, les informa de noticias (más que de nociones), es decir, proporciona noticias de lo que acontece en el mundo, por lejano o cercano que sea. La mayoría de estas noticias terminan por ser deportivas, o sobre sucesos, o sobre asuntos del corazón (o lacrimógenas) o sobre diferentes catástrofes. Lo que no es óbice para que las noticias de mayor repercusión, de mayor importancia objetiva, sean las que tratan de información política, las informaciones sobre la polis (nuestra o ajena). Saber de política es importante aunque a muchos no les importe, porque la política condiciona toda nuestra vida y nuestra convivencia.
Los sondeos de la televisión condicionan la audiencia y al gobierno
“Para empezar, la televisión condiciona fuertemente el proceso electoral, ya sea en la elección de los candidatos , bien en su modo de plantear la batalla electoral, o en la forma de ayudar a vencer al vencedor”… La televisión condiciona, o puede condicionar, fuertemente el gobierno, es decir, las decisiones del gobierno: lo que un gobierno puede y no puede hacer, o decidir lo que va a hacer”.
Las noticias de televisión no informan sobre política mas bien empobrecen y desinforman
“Informar es proporcionar noticias, y esto incluye noticias sobre nociones. Se puede estar informado de acontecimientos, pero también del saber. Aun así debemos puntualizar que información no esconocimiento, no es saber en el significado eurístico del término. Por sí misma, la información no lleva a comprender las cosas: se puede estar informadísimo de muchas cuestiones, y a pesar de ello no comprenderlas. Es correcto, pues, decir que la información da solamente nociones. Lo cual no es negativo. También el llamado saber nocional contribuye a la formación del homosapiens. Pero si el saber nocional no es de despreciar, tampoco debemos sobrevalorarlo. Acumular nociones, repito, no significa entenderlas”…. “Por subinformación entiendo una información totalmente insuficiente que empobrece demasiado la noticia que da, o bien el hecho de no informar, la pura y simple eliminación de nueve de cada diez noticias existentes. Por tanto, subinformación significa reducir en exceso. Por desinformación entiendo una distorsión de la información: dar noticias falseadas que inducen a engaño al que las escucha. Nótese que no he dicho que la manipulación que distorsiona una noticia sea deliberada; con frecuencia refleja una deformación profesional, lo cual la hace menos culpable, pero también más peligrosa”.
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