El escritor dominico
estadounidense Junot Díaz negó categóricamente que haya solicitado boicot alguno
para la República Dominicana, en un panel sobre la crisis domínico-haitiana en
el que participara junto a Edwige Danticat y Ediberto Román el pasado miércoles
24 de junio en el Miami Worker Center.
“No hablé sobre los campos de
concentración en República Dominicana. Y tampoco llamé a boicot alguno para la
República Dominicana. La reportera de AP, Jennifer Kay, me preguntó
directamente si yo apoyaría un boicot al país y yo le respondí que NO. El
periodista Daniel Rivero reportó que yo apoyaría un boicot y cuando a él le
preguntaron si podía mostrar que en su grabación había dicho yo semejante cosa,
entonces él se desdijo y en su sitio web “Fussion” publicó una retractación”,
expuso Díaz en un comunicado remitido a esta redacción.
Explicación de Junot Díaz:
El pasado miércoles [24 de junio]
participé en un panel sobre la crisis domínico-haitiana junto a Edwige Danticat
y Ediberto Román en el Miami Worker Center. En mis comentarios situé la crisis
dominicanos en un contexto internacional más amplio, subrayando que el Gobierno
de Obama había deportado miles de inmigrantes indocumentados y que en el
trasfondo, en todo el mundo había una amplia política anti-inmigrante, tanto en
los Estados Unidos, Europa, Australia, incluso en países de todo el Caribe. Sostuve
que la hostilidad de Estados Unidos hacia sus inmigrantes ciertamente animaba
políticas xenofóbicas a través de las Américas y que ese tipo de política
anti-inmigrante estaba interconectada, exigiendo de nosotros una visión más
amplia si queríamos combatirla. Critiqué a los políticos y a las élites
haitianas por su cruel indiferencia hacia su propia gente y también critiqué
igualmente a las fuerzas de ocupación de la ONU, y a las corporaciones en ambos
lados de la Isla por estar extrayendo todos los minerales que podían; señalé
igualmente que con amigos como esos la diáspora haitiana no necesitaba
enemigos. Y como lo he hecho en ocasiones anteriores, también critiqué
enérgicamente la componenda de Leonel/Medina/PLD/TC que ha amenazado con
desnacionalizar a una amplia franja de ciudadanos dominicanos. Condené la
decisión del Tribunal de anular de manera retroactiva la nacionalidad a
dominicanos cuya nacionalidad se había reconocido anteriormente, algo no visto
desde las Leyes Raciales de Núremberg. Condené el miedo y la confusión que se
ha difundido por los medios de comunicación y por los líderes políticos.
Ahora quiero decir las cosas que
NO dije en ese panel. No dije que los dominicanos tienen miedo de salir de sus
casas. No hablé sobre los campos de concentración en República Dominicana. Y
tampoco llamé a boicot alguno para la República Dominicana. La reportero de AP
Jennifer Kay me preguntó directamente si yo apoyaría un boicot al país y yo le
respondí que NO. El periodista Daniel Rivero reportó que yo apoyaría un boicot
y cuando a él le preguntaron si podía mostrar que en su grabación había dicho
yo semejante cosa, entonces él se desdijo y en su sitio web “Fussion” publicó
una retractación.
Aquellos que como nosotros nos
solidarizamos con los desnacionalizados, debemos continuar presionando al
Gobierno de la República Dominicana para devolverle los derechos de ciudadanía
de los dominicanos que han nacido en el país y crear un proceso justo,
transparente, para proteger los derechos de los migrantes indocumentados. (Sí,
la República Dominicana tiene el derecho a deportar inmigrantes indocumentados;
todas las naciones lo hacen; ¿pero no deberíamos lograr un proceso equitativo,
donde la persona al menos pueda ser escuchada?) Esta presión ya tiene efectos positivos.
La JCE ha devuelto su acta de nacimiento a 55,000 desnacionalizados y por
primera vez en su historia ha regularizado alrededor de 100,000 de inmigrantes
haitianos. Eso solo se ha producido por aquellos que han luchado por una
República Dominicana más justa. Y creo que en tanto nosotros sostengamos esta
presión el Gobierno volverá a respetar eventualmente las leyes internacionales
y volverá a su interpretación original de esa constitución.
También sigo insistiendo en que
no hay ninguna traición al criticar al gobierno o sus políticas. El hecho de
que uno se opone a la política de las élites políticas dominicanas no significa
que uno odia la República Dominicana. Si usted quiere creer que aquellos de
nosotros que se oponen a la Sentencia y sus efectos malignos somos traidores
anti-dominicanos, usted es libre de hacerlo. Pero uno no lucha tan
decididamente contra la impunidad del Gobierno porque uno odia a la patria.
Luchamos por una República Dominicana más justa porque nosotros amamos al país
y porque sabemos que nuestro país lo que más necesita es justicia. También
seguiré insistiendo en que, a pesar de lo que quisieran las noticias que usted
creyera, hay una importante comunidad de dominicanos que no quiere ver a sus
conciudadanos desnacializados simplemente porque tienen un ancestro haitiano.
Pero digamos que usted no está de acuerdo con aquellos que como nosotros
estamos en solidaridad con los desnacionalizados; digamos que usted está en
desacuerdo con Reconocido, con Participación Ciudadana, con Edith Febles,
Marino Zapete, Juan Bolívar Díaz, Patricia Solano. Ok, tá tó. Usted no está de
acuerdo. Pero, en lugar de asumir que no sabemos nada quienes estamos en
solidaridad con los desnacionalizados, que no hemos leído la Constitución, que
somos traidores, moralmente deficientes, ¿sería exagerado imaginar algo menos
siniestro –que hemos leído lo que usted ha leído, visto lo que usted ha visto y
que nosotros simplemente no estamos de acuerdo? ¿Y que este desacuerdo no es
una aberración sino la mejor señal de una sociedad sana? Una democracia debe
ser capaz de tolerar debates sanos si quiere llevar dignamente ese nombre.
Como la mayoría de mis compañeros
en esta lucha, amo a la República Dominicana más allá de todas las palabras. He
pasado mi vida adulta apoyando nuestra gente, y recordándoles a todos que
perciban nuestra naturaleza, nuestra extraordinaria capacidad para amar y
crear. Algunos de ustedes me conocen personalmente y saben que esto no es
ninguna mojiganga. He dedicado mi vida a apoyar a nuestros inmigrantes,
nuestros artistas, nuestros académicos, nuestras organizaciones comunitarias y
sobre todo, recordándole al mundo nuestras contribuciones y nuestro coraje
colosal. Si ya usted se ha hecho la idea de que aquellos como nosotros, que
luchamos por los derechos de los desnacionalizados, odiamos a la República
Dominicana, entonces definitivamente este mensaje no es para usted. Pero para
aquellos que aún están oyendo, por favor no olviden: uno puede amar su país y
oponerse a sus políticos. En un mundo como el nuestros eso no es sólo normal,
sino también que es sensato.

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