12 jun 2015

A propósito de Blas Olivo, otra vez nos dejan sin respuestas

Greysis de la Cruz

Hace menos de un mes que los familiares del periodista Blas Olivo ofrecieron declaraciones desde la sede del colegio dominicano de periodistas para advertir a las autoridades, la necesidad de garantizar la  integridad física y  derechos fundamentales de los presuntos autores del crimen.

Para la familia era la única forma de llegar hasta los autores intelectuales.


Ahora resulta que el principal sospechoso José Miguel Almonte (Job), resultó muerto mientras agentes de la policía nacional realizaba una requisa en el Centro de Corrección y Rehabilitación de Monte Plata.

La versión oficial señala que la policía recibió información de que el recluso tenía un arma de fuego escondida en su celda, y que al darse cuenta del operativo recibió con una lluvia de tiros a los oficiales.

¿Que tiene que decir al respeto el Procurador General de la Republica, responsable del control de las cárceles sobre esta versión de la Policía Nacional?

La policía dice que un recluso estaba armado en su celda.

La policía dice que un recluso dirigía desde el penal una red “poderosa de sicarios”

La policía dice que “Job” tenía una lista de ejecuciones que pretendían iniciar en los próximos días desde la cárcel.

¿Y como puede un recluso tener tanto poder sin la complicidad de las autoridades? Esa debe ser la pregunta que debe hacerse el jefe del Ministerio Público, si quiere desenmarañar las incongruencias de la Policía Nacional.

Lamentablemente, a Job lo mataron sin que un juez, ni la sociedad escucharan de sus labios su versión, sobre la imputación que le hiciese la Policía Nacional.

Otra vez nos quedamos sin respuestas, sin un vínculo que nos lleve hasta los autores intelectuales.





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